Una de las peculiaridades de la Peña de los Enamorados es su íntima relación con Menga, único dolmen de la Europa continental que se orienta hacia una montaña antropomorfa, lo que le valió el reconocimiento de Patrimonio Mundial de la UNESCO. Concretamente, el eje central de Menga se interseca con esta peña en un lugar conocido como abrigo de Matacabras, un elemento habitacional del Neolítico, con pinturas rupestres de estilo esquemático, que se halla en su cara noroeste.
El paisaje natural de la Peña de los Enamorados se extiende por una superficie de 117 hectáreas y tiene un gran interés ecológico. Está declarada como Bien de Interés Cultural por la importancia arqueológica de la zona, ocupada desde el Paleolítico Inferior.
De los sucesivos asentamientos en La Peña a lo largo del tiempo, se conservan algunos vestigios, como es el caso de cuencos y vasijas carenados, así como ollas grandes y orzas, procedentes todos ellos de su ocupación en la Edad del Bronce. De igual manera, aún se pueden contemplar en sus laderas algunos restos estructurales de la etapa romana.
Debido a su proximidad y parecida composición de la roca con El Torcal, la Peña de los Enamorados presenta flora y fauna en común con este paraje natural, principalmente pequeños reptiles y aves. Por su falda discurre el río Guadalhorce.